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Mostrando entradas de julio, 2025

Oscura Tentación 5

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"Un pacto sellado con sangre y placer. Elisa se entrega por completo a Armand... y a la eternidad" . La tarde se rendía ante el ocaso, dando paso a un cielo anaranjado que envolvía las copas de los árboles, bañando el bosque con su luz dorada. Armand y Elisa salieron de la habitación. Querían dar un paseo por el bosque, respirar el aire húmedo de la montaña, dejar que la naturaleza envolviera sus cuerpos. Cogidos de la mano caminaron por un sendero entre árboles centenarios. El aroma a musgo y tierra mojada impregnaba el lugar. Una niebla suave los rodeaba como un guardián protector. Armand rodeó con sus brazos a Elisa y la miró con dulzura. —Volvamos a la casa, empieza a refrescar —murmuró. Elisa asintió. De regreso a casa, la noche cayó sobre ellos. El cielo se cubrió de estrellas y la luna llena brillaba con una luz sobrenatural. Se sentaron juntos en el porche cómplices del silencio. —Elisa, tengo que proponerte algo —dijo Armand. Elisa lo miró con expectación, notando un...

Incógnita y Entrega

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De tres deseos era el de mayor ambición, de vuelo sigiloso por oscuros firmamentos buscando su cetrero, siendo aliciente de aves rapaces afanosos de su mocedad. Y entre los trazos indóciles de sus posibilidades reconoció su lazo interior, ligadura señalada que todo lo demás anuló haciéndole tocar el cielo en entrega y adoración. Así besó la tierra en cada postración encastrada en lo profundo abrazó su nueva forma, la incógnita revelada en la ecuación. Dulce©️ Algo en mi ansiaba caer.  Volé alto, libre,  hasta tus manos.  Fui nombrada.  Fui reconocida.  En ti encontré la calma.  Un lazo que no aprieta,  sino guía.  Y me postré ante ti.  Porque en tu dominio,  mi deseo fue destino. Dakota©️ ~▪︎~▪︎~ Puedes leer más poemas como Incógnita en el blog "El dulce susurro de las palabras" .

Oscura Tentación 4

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" Algunas cadenas, te hacen ver quien eres de verdad" Armand y Elisa se despertaron con el amanecer del nuevo día. Ella permanecía entre sus brazos. Él la miraba en silencio. Su mirada era tierna. Los primeros rayos de sol entraban a través de la ventana. —Buenos días —murmuró Elisa, con voz ronca por el sueño. Armand se inclinó y la besó con dulzura. Sus labios exploraban los suyos, con calma, como si quisieran grabar cada rincón en su memoria. Un beso de pertenencia. —Quiero llevarte a un lugar —dijo en voz baja, mientras acariciaba su mejilla con el dorso de los dedos—. Una casa en las montañas. Donde el tiempo se detiene, sin interrupciones, ni ruido, ni reglas... solo tú y yo. Allí podremos explorar algo más profundo. Tus límites. tus deseos más oscuros. Aquello que aún no te has permitido imaginar. Elisa sintió un escalofrío serpentear por su espalda. No era miedo. Era una anticipación de algo nuevo. Deseos desconocidos y ardientes. —Estoy deseando ir contigo a ese luga...