Eros y Jade: Capítulo 1

Pasión de tres


Eros y yo compartíamos una fantasía: nos excitaba muchísimo la idea de hacer un trío con otra chica. Así comenzaron nuestras historias más intensas en la alcoba.

Aquel sábado, Eros me llamó. Solo me dijo:
—Prepárate para un buen orgasmo, hoy será especial.
Con solo escucharle, ya me notaba húmeda.
—Estoy deseando llegar a casa... —le susurré antes de colgar.

Cuando llegué, Eros me estaba esperando: desnudo, sentado en el sofá, con una erección tremenda. Tenía esa mirada de deseo y esa sonrisa de niño travieso que tanto me excitaban. No hubo preámbulos: me fui quitando la ropa de camino al salón, y, ya desnuda, me lancé sobre él. Nos besamos apasionadamente mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.

—Cómo te deseo... —le susurraba entre jadeos.
—Y yo a ti... —me respondía, mientras sus dedos bajaban a mi humedad, acariciando mi clítoris hinchado de excitación. Pronto empezó a penetrarme con ellos, entrando y saliendo, haciéndome gemir de placer.

—Te voy a vendar los ojos —me anunció.

Y así lo hizo. Me encantaba sentirle de esa forma. Notaba su lengua juguetear con mis pezones, sus labios descendiendo por mi vientre. Mi piel ardía bajo sus caricias. Abrió mis piernas y empezó a devorarme, su lengua lamiendo mi clítoris, arrancándome estremecimientos de puro placer. Entonces, soltó la venda de mis ojos... y allí estaba ella: una chica morena, de mirada dulce y cara de niña, saboreándome por completo.

El morbo fue tan intenso que no pude contenerme: tuve un orgasmo inmediato.

Eros me miró con su sonrisa pícara, se acercó a besarme, y luego se arrodilló frente a nosotras, invitándonos a hacer lo mismo. Nos pusimos de rodillas ante él, saboreando su erección palpitante. Jadeaba de placer al sentir nuestras lenguas recorriéndolo. Estaba tan excitado que apenas podía contenerse.

La chica —Mireya— se tumbó en el sofá, abriendo bien las piernas para él. Eros empezó a penetrarla mientras yo me masturbaba mirándolos, excitándome con cada embestida. Me corrí otra vez, perdida en aquella escena.

Eros sacó su miembro, y como dos gatitas, nos pusimos a cuatro ante él. Mientras se masturbaba, derramó su leche sobre nuestras caras, y nos relamimos cada gota con deleite. Exhaustos, caímos los tres sobre el sofá.

Eros me besó.
—¿Te ha gustado la sorpresa? —preguntó.
—Me ha encantado —respondí, aún jadeando.

—Ella es Mireya. Si alguna vez quieres repetir, solo tienes que decirlo.

Mireya se vistió y se fue sin decir palabra. Yo no pregunté nada. La experiencia me había encantado.

Le besé, sonriente.
—Voy a ducharme —le dije, pensando que, seguramente, no tardaríamos mucho en repetir.

Jade©️

No hay comentarios:

Publicar un comentario