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Mostrando entradas de agosto, 2025

Preámbulo de un encuentro

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"Él no pedía: ordenaba. Y ella no obedecía: se ofrecía. Esa diferencia lo era todo". El juego no era de fuerza, sino de voluntad. La suya, impuesta como hierro candente; la de ella, entregada como sacrificio voluntario. Cuando él cerraba su mano sobre su cuello, no había miedo: había gratitud. Cuando la empujaba contra la madera áspera, no había dolor: había consuelo. —Eres mía —dijo, y en su voz no había ternura, sino sentencia. Ella sonrió con los labios manchados de deseo. No contestó, porque la palabra no tenía valor en ese lenguaje secreto. Su respuesta fue dejarse caer más hondo, renunciar a sí misma, convertirse en la obra de su perversión. En esa habitación no existía la inocencia, solo un ritual oscuro: el amo reclamaba, la cómplice se dejaba reclamar, y en esa danza peligrosa ambos encontraban una libertad que el mundo jamás entendería. La lujuria no era placer, era pacto. La perversidad no era vicio, era fe. Y ambos, perdidos en su propio delirio, lo sabían: ningún...

Tuya

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Tuyo mi cuerpo... Tuya mi alma... Con cada orden, mi piel se eriza. Un manantial nace entre mis piernas cuando tu voz me reclama. Soy deseo que se rinde, una flor abierta en la penumbra. Haz de mí lo que quieras... pero hazlo lento. Dakota©️

Lujo y Placer 3: Mei

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Aquella noche en el Luxury rebosaba brillo, música envolvente y perfumes caros. Las luces acariciaban las siluetas de los cuerpos que danzaban entre copas, risas y deseos. Yo recorría el local con paso seguro, bandeja en mano, dibujando sonrisas y esquivando miradas que a veces querían más de lo que ofrecía. En uno de esos paseos conocí a Rubí. Estaba apoyada en la barra, cuerpo escultural enfundado en un vestido ajustado rojo. Me observó desde que entré en el salón, como si ya me conociera antes. Cuando pasé cerca, me detuvo con un gesto suave pero firme. —¿Eres nueva? —preguntó, y su voz era como un susurro muy agradable. Asentí. Se presentó como Rubí, y sin más, me invitó a sentarme con ella durante el descanso. Había algo en su forma de hablar que me desarmaba: una mezcla de seguridad y juego, de experiencia y complicidad. No tardamos en conectar. Me contó que también había empezado como camarera, aunque ahora solo asistía a eventos especiales. —¿Nunca has pensado en ganar más, sin...