Lujo y placer 4: Rubí
El teléfono sonó. Era Mei.
Su voz dulce, aceptaba mi propuesta. Quedamos en el club El sueño Dorado.
Desde que la vi en el Luxury supe que había algo especial en ella. Ese modo felino de moverse entre la gente, la mezcla perfecta entre elegancia e inocencia. Me cautivó desde el primer instante.
Llevo tiempo en este negocio. Dirijo una agencia de azafatas, "de alto nivel", como lo llamamos de puertas afuera. Pero todas sabemos que la línea entre la imagen impecable y el mundo de la noche... se cruza a menudo. Placeres prohibidos, deseos ocultos, servicios exclusivos para quienes pueden pagan más de lo que la mayoría imagina.
Y aún así, hacía tiempo que no veía a una chica como Mei. Una que pudiera brillar sin proponérselo. Una que no sabe lo poderosa que puede llegar a ser.
Me quedé un momento en silencio, mirando mi reflejo en el ventanal de mi salón, mientras fumaba un cigarrillo. No era satisfacción lo que sentía... era algo más profundo. Responsabilidad.
Me preparé con calma. Siempre lo hago antes de un servicio en El sueño Dorado. Ese lugar no es un simple club: en un espacio discreto donde los deseos se negocian con elegancia. Mientras me maquillaba pensé en ella.
Mei no era una chica cualquiera. Tiene esa luz que no se puede fingir: la forma en que sus caderas se balancean sin buscar atención, su sonrisa capaz de iluminar toda la estancia con un toque de timidez, pero hay algo más en ella, fuerza. Y esa mirada, observando más allá de lo evidente.
Las mujeres así pueden perderse fácilmente en este mundo... o brillar como pocas.
Y yo, después de tantos años en este negocio, me siento en deuda con todas las que no pude proteger antes. Quizás por eso Mei me tocó desde el primer momento.
Controlo una pequeña agencia de azafatas, sí, pero en realidad es una vitrina elegante para lo que hay detrás: servicios exclusivos, fantasías personalizadas, encuentros que cruzan esa línea entre compañía y deseo. Y sé mejor que nadie la cantidad de sombras que este mundo esconde.
Por eso Mei me importa.
No quiero moldearla... quiero formarla. Darle herramientas.
Fuerza.
Libertad de elección.
Y sobre todo, enseñarle a protegerse de los hombres que creen que el dinero les da permiso para todo.
En mi bolso guardé la llave del camerino que nos asignaron. Ella debutaría conmigo en una sala íntima, apenas iluminada, con música suave y un cristal de visión unilateral. Nadie la tocaría. Nadie podría acercarse.
El voyeur solo observaría desde el otro lado, como un espectador hambriento ante un espectáculo donde el deseo y la fantasía son protagonistas.
Por eso le ofrecí este servicio. Era el escenario perfecto para su primera vez: controlado, seguro, casi artístico y arropada por mi. Con el tiempo ella elegirá hasta donde quiere llegar o si quiere parar.
Salí hacia el club.
En cuanto crucé la puerta, el aroma familiar a sándalo me envolvió. Todo estaba en silencio; faltaban dos horas para el inicio.
Y entonces pensé en Mei otra vez.
En cómo le explicaría cada detalle.
En cómo la guiaría en el ensayo del baile, sintiendo sus nervios, su tensión, su deseo escondido bajo esa apariencia de buena chica.
Me gusta enseñarle a una mujer cómo descubrir su propio poder, su fuerza interior. Y sé que Mei tiene mucho que mostrar.
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Si es tu primera visita aquí puedes leer el principio de esta historia:
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Linkin Park - In the end

No es mi primera visita a Lujo y Placer, y siendo así, ya quiero ver a Mei en acción, con esas descripciones la expectativa se eleva. Buen tema de Linkin Park para acompañar.
ResponderEliminarBesos dulces del Caballero y dulce fin de semana.
Me alegro que te guste Dulce, la historia va tomando forma y la perspectiva de Rubí me parecía interesante.
EliminarBesos y buen finde😘