Oscura Tentaci贸n: Capitulo 4

馃└Redenci贸n

"Algunas cadenas, te hacen ver quien eres de verdad"

Armand y Elisa se despertaron con el amanecer del nuevo d铆a. Ella permanec铆a entre sus brazos. 脡l la miraba en silencio. Su mirada era tierna. Los primeros rayos de sol entraban a trav茅s de la ventana.


—Buenos d铆as —murmur贸 Elisa, con voz ronca por el sue帽o.


Armand se inclin贸 y la bes贸 con dulzura. Sus labios exploraban los suyos, con calma, como si quisieran grabar cada rinc贸n en su memoria. Un beso de pertenencia.


—Quiero llevarte a un lugar —dijo en voz baja, mientras acariciaba su mejilla con el dorso de los dedos—. Una casa en las monta帽as. Donde el tiempo se detiene, sin interrupciones, ni ruido, ni reglas... solo t煤 y yo. All铆 podremos explorar algo m谩s profundo. Tus l铆mites. tus deseos m谩s oscuros. Aquello que a煤n no te has permitido imaginar.


Elisa sinti贸 un escalofr铆o serpentear por su espalda. No era miedo. Era una anticipaci贸n de algo nuevo. Deseos desconocidos y ardientes.


—Estoy deseando ir contigo a ese lugar —respondi贸 Elisa sin vacilar—. Ll茅vame donde quieras.


Se vistieron y se dirigieron al coche. El ch贸fer les abri贸 la puerta. Ya sab铆a d贸nde deb铆a dirigirse. Salieron de la ciudad, tomaron un camino sinuoso que parec铆a cerrarse tras su paso. Borrando todo rastro, llegaron a la casa. 


La casa estaba escondida entre 谩rboles altos y una densa niebla, como si el bosque quisiera proteger el lugar. Construida en piedra y madera oscura, ten铆a un aura oscura y secreta. Al entrar, Elisa sinti贸 c贸mo el silencio la envolv铆a: profundo, acogedor. El interior era amplio, decorado con tonos c谩lidos, muebles antiguos y velas que iluminaban con una luz tenue. Todo ten铆a una atm贸sfera 铆ntima.


Armand cerr贸 la puerta detr谩s de ella y la abraz贸 por la cintura.


—Aqu铆 no hay reglas. Pero hay acuerdos —susurr贸 cerca de su o铆do—. Quiero que explores conmigo otro tipo de rendici贸n. La que nace del deseo y de la confianza absoluta.


—¿Qu茅 quieres decir? —pregunt贸 Elisa, su coraz贸n acelerado.


—Quiero que me entregues el control. Que permitas que te gu铆e, que descubras lo que sucede cuando liberas el cuerpo y solo sientes. Usaremos palabras seguras. Nada ocurrir谩 sin tu consentimiento. Pero si decides hacerlo, la experiencia cambiar谩 tu forma de entender el placer.


Elisa se gir贸 para mirarlo. Su mirada era serena, pero su cuerpo vibraba.


—Estoy preparada —susurr贸—. Quiero descubrirlo contigo.


Una sonrisa curv贸 los labios de Armand. Entonces tom贸 su mano y la llev贸 escaleras arriba, hacia una habitaci贸n en penumbra. Las cortinas estaban echadas, El aire ol铆a a incienso y cuero. Sobre una c贸moda, descansaban vendas, cuerdas de seda y accesorios de dominaci贸n.


Elisa trag贸 saliva. Sinti贸 una sensaci贸n inquietante a la vez que placentera.


—Hoy no usaremos nada doloroso —dijo 茅l—. Solo oscuridad, tacto... y entrega.


Le coloc贸 la venda sobre los ojos con suavidad. El mundo desapareci贸 en ese momento. La vista se apag贸. Y el cuerpo, de pronto, se volvi贸 m谩s consciente de todo lo dem谩s: del roce de sus pasos, del eco de su respiraci贸n, de la caricia de sus dedos.


—No tienes que hacer nada, Elisa —murmur贸 Armand—. Solo sentir. Quiero que uses una palabra para detenerme si lo necesitas. Dime cu谩l ser谩.


—Violeta —susurr贸 ella.


—Perfecto. Mientras no digas esa palabra, me perteneces —dijo 茅l, y la bes贸 con fuerza.


Elisa se mantuvo inm贸vil, vendada, mientras el mundo se convert铆a en oscuridad. Armand la ech贸 en la cama. Su respiraci贸n era lo 煤nico que escuchaba con claridad, entrecortada, expectante. Cada sentido, excepto la vista, se agudiz贸. Y entonces lo sinti贸.


El roce suave de una pluma sobre su clav铆cula. Elisa contuvo el gemido que le subi贸 a la garganta. Sus pezones se endurecieron al instante. Los dedos de Armand le acariciaban la piel con lentitud, sin buscar un rumbo claro, solo explorando. Luego el cuero suave de una correa le roz贸 el vientre desnudo, y despu茅s la parte interna de los muslos. Cada caricia era un juego cruel de placer. Sus manos, que no pod铆a ver, se deslizaban por su cuerpo con firmeza.


—Est谩s temblando —susurr贸 Armand en su o铆do—. ¿Es miedo?


—No —jade贸 Elisa—. Es deseo.


脡l sonri贸. Sujet贸 sus mu帽ecas con una cinta de seda por encima de su cabeza, at谩ndola suavemente al cabecero de la cama. No hab铆a dolor, solo tensi贸n y entrega.


Armand se alej贸 un instante. Elisa lo sinti贸. La ausencia de sus manos. Entonces, un objeto fr铆o y met谩lico roz贸 su pecho. La hebilla de un cintur贸n. 脡l no lo us贸 para golpear, solo lo desliz贸 por su piel, dibujando l铆neas invisibles.


Sus dedos descendieron, encontraron su humedad. Elisa jade贸 al sentir c贸mo acariciaba su sexo con maestr铆a. Uno de sus dedos entr贸 en ella con lentitud, y luego dos, marcando un ritmo tan preciso que la hizo arquearse, atada, vulnerable y completamente suya. Armand se coloc贸 entre sus piernas, la lengua sustituye a sus dedos, lami茅ndola con un ritmo pausado. Sus gemidos llenaban la habitaci贸n. 脡l no se detuvo hasta que el primer orgasmo la sacudi贸. Pero no desat贸 sus mu帽ecas.


—A煤n no has sentido todo —susurr贸 con voz grave—.


Se desvisti贸 frente a ella, aunque no pudiera verlo. Elisa sent铆a su cuerpo caliente, listo para 茅l. Se coloc贸 sobre ella. No hubo palabras. Solo piel. Solo embestidas lentas al principio, luego profundas y r铆tmicas.


El hecho de no ver lo que ven铆a, de no saber d贸nde la tocar铆a, hac铆a que todo su cuerpo fuera una zona er贸gena. Elisa lo sent铆a dentro de s铆, domin谩ndola con cada movimiento, pero tambi茅n envolvi茅ndola con una ternura oscura. Sus labios recorr铆an su cuello, sus pechos... mientras las ataduras la manten铆an entregada, suspendida en ese instante donde placer y poder se unen.


—Te deseo como nunca he deseado a nadie —dijo Armand contra su cuello.


Ella solo pod铆a gemir, su voz ahogada por el 茅xtasis. Estaba perdida en 茅l, en ese juego oscuro donde hab铆a descubierto algo m谩s profundo que el placer: la confianza total.


La liber贸 con un gesto delicado y Elisa lo rode贸 con las piernas. Su ritmo se aceler贸. Ambos se consum铆an en el placer m谩s absoluto. Y al llegar al cl铆max, Armand mordi贸 de nuevo su cuello, con m谩s intensidad esta vez. Elisa grit贸 su nombre, estremeci茅ndose por el orgasmo. Intenso como un suspiro eterno. Y cuando sus cuerpos se rindieron por completo, Armand la abraz贸 para sentir su piel. Su temblor.


—Ahora sabes lo que significa entregarse de verdad —susurr贸.


Elisa, exhausta y temblorosa, lo mir贸 a los ojos por primera vez en toda la escena. A煤n ten铆a la venda en el cuello. Descubri贸 que...

"Las se帽ales quedan grabadas a fuego y besos".

2 comentarios:

  1. Un relato muy inspirado y pleno de sensaciones que va desentramando esta historia entre Elisa y Armand que se est谩 convirtiendo en una relaci贸n altamente sexual. Me gust贸 la palabra de seguridad ;)

    Besos dulces del Caballero y dulce semana.

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    1. Hola Dulce, cada cap铆tulo es un paso adelante en la relaci贸n entre ambos. Es bonita la palabra de seguridad馃槈
      Besos para ti, Dulce caballero馃槝

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