Oscura Tentaci贸n: Cap铆tulo 3

馃└Solo m铆a

"Hay huellas que no se borran... aunque parezcan un sue帽o"

Elisa despert贸 con la garganta seca y los p谩rpados pesados. Estaba desorientada, durante unos segundos, el techo de su habitaci贸n le pareci贸 desconocido. Parpade贸 lentamente, estaba en un estado de enso帽aci贸n. ¿D贸nde hab铆a estado? ¿Qu茅 hab铆a pasado? Todo en su cuerpo la empujaba hacia una 煤nica respuesta: un sue帽o.


Un sue帽o que la hab铆a hecho arder por dentro. Se incorpor贸, sintiendo una mezcla de calor y v茅rtigo en la base del vientre. Camin贸 hacia el ba帽o, con la mente nublada por im谩genes dispersas. Luces tenues, una cama con s谩banas de seda, una mirada dorada que brillaba entre sombras, el terciopelo violeta de las paredes...


Al encender la luz, vio su reflejo en el espejo. Estaba p谩lida, con el cabello revuelto y los labios ligeramente hinchados. Entonces lo vio. Un peque帽o ara帽azo, en la curva de su cuello. Una herida apenas superficial... pero bast贸 para que todos los recuerdos volvieran como una r谩faga. Su cuerpo se anticip贸 a su mente: el roce de los dedos de Armand, su lengua c谩lida, la forma de mirarla mientras la penetraba con una mezcla de deseo y adoraci贸n un tanto oscura.


Llev贸 los dedos al cuello, y una corriente el茅ctrica la recorri贸. Cerr贸 los ojos y se apoy贸 en el lavabo. Las im谩genes volvieron con fuerza: su cuerpo arqueado bajo el suyo, el susurro de una voz grave, una confesi贸n entre jadeos y caricias.


Soy un vampiro. 

Y a煤n as铆 lo deseaba.


Se llev贸 las manos entre las piernas. Sinti贸 su humedad. Acarici贸 su sexo con lentitud, reviviendo cada movimiento de Armand, cada gemido. Sus dedos se movieron, como si su cuerpo le suplicara revivir aquella noche. El placer creci贸 r谩pido, incontrolable. Arque贸 la espalda, mordi茅ndose el labio, hasta sentir que un orgasmo se apoder贸 de ella. Jade贸 sola... y a煤n as铆, profundamente.


Se meti贸 en la ducha que le devolvi贸 a la cordura. El agua lav贸 el sudor pero no el deseo. Se visti贸 con ropa c贸moda, tom贸 un caf茅, y trat贸 de retomar la rutina del d铆a. El trabajo la esperaba. Correos, reuniones... pero Armand estaba ah铆. En cada pensamiento. No pod铆a sacarlo de su mente.


No sab铆a si lo volver铆a a ver. Y eso la inquietaba.


La noche cay贸 sin que se diera cuenta. Elisa volvi贸 a casa, cansada, con el cuerpo en autom谩tico. Cerr贸 la puerta, dej贸 el bolso en el perchero de la entrada... y entonces lo sinti贸. La energ铆a. La presencia. Se dirigi贸 lentamente hacia el sal贸n.


Y all铆 estaba. Armand. Sentado en su sof谩, como si el tiempo no hubiera pasado. Camisa blanca, mirada ardiente, relajado pero en alerta. Como un depredador que ha encontrado su presa.


—¿C贸mo has entrado? —pregunt贸 Elisa, casi sin aliento.


—No hay puertas para m铆 —respondi贸 茅l, con una sonrisa.


Ella no dijo nada m谩s. Lo observ贸 unos segundos. Segu铆a siendo 茅l. Era real.


—No fue un sue帽o, ¿verdad?


—No —respondi贸 Armand. Se acerc贸 con calma. —Lo que viviste fue real. Y apenas hemos empezado.


Se detuvo a pocos cent铆metros. Elisa sinti贸 el calor subir por su pecho, mezclado con una excitaci贸n que no pod铆a ni quer铆a disimular.


—Quiero entender —dijo, mir谩ndolo a los ojos—. ¿Qu茅 eres realmente?


Armand levant贸 una mano y acarici贸 su mejilla suavemente.


—Soy lo que viste. Lo que sentiste. Vivo en la oscuridad... pero contigo, es diferente. Hay un v铆nculo. Algo que no se da con facilidad. Y si t煤 lo permites ir谩 m谩s all谩 del deseo.


Elisa temblaba. No por miedo, sino por la intensidad de sus palabras, de su mirada de deseo.


—No quiero entender. Solo quiero seguir sintiendo —dijo ella.


—Entonces no hablemos m谩s —respondi贸 Armand con una sonrisa. Y sus labios se fundieron en los suyos como una llamarada.


Elisa se qued贸 inm贸vil unos segundos despu茅s del beso. Sent铆a el calor de sus labios. Armand la observaba, con esa forma que parec铆a desnudar el alma.


—Quiero que me cuentes m谩s —susurr贸 ella, acariciando su pecho por encima de la camisa. Armand asinti贸.


—Lo que sabes sobre nosotros... lo que has visto en el cine o le铆do en novelas... no se acerca a la realidad.


—¿No dorm铆s en ata煤des? —pregunt贸 ella sonriendo.


—Solo cuando el d铆a ha sido demasiado largo —respondi贸 茅l devolvi茅ndole la sonrisa antes de continuar con un tono m谩s 铆ntimo. No, no dormimos en ata煤des, ni vamos por ah铆 desangrando humanos. No necesitamos tanto. Tan solo un poco de sangre... compartida en momentos de intensidad es suficiente para mantener nuestra fuerza y vitalidad. Por lo dem谩s nos alimentamos como vosotros, pero tambi茅n nos alimentamos del deseo, de las emociones. Eso nos une m谩s a los vivos de lo que muchos creen.


Elisa lo escuchaba con los ojos bien abiertos, entre la curiosidad y el asombro. 


—¿Y el club Demons?


—Es una guarida, un refugio. All铆 convivimos con algunos humanos seleccionados, que sienten que no encajan en vuestro mundo, y con nosotros son libres de entregarse al placer sin m谩scaras. No soy el 煤nico. Hay m谩s como yo. Algunos m谩s antiguos... otros m谩s salvajes. Pero todos vivimos entre los humanos desde hace siglos. Observando. Participando. Cuidando nuestro secreto. Solo lo desvelamos a quien consideramos especial. 


Elisa trag贸 saliva. Cada palabra de Armand abr铆a una puerta nueva dentro de ella. El mundo que cre铆a conocer era apenas la superficie.


—¿Y por qu茅 me has elegido a m铆?


Armand se acerc贸, posando su frente con la de ella.


—Por que en ti hay una oscuridad dormida, pero vibrante. Esperando. Y porque no me temes. Me deseas... incluso sabiendo lo que soy.


Ella lo mir贸 fijamente, y en ese momento comprendi贸 que no hab铆a vuelta atr谩s. Cuerpo, mente y deseo eran suyos.


—¿Y si decido acompa帽arte en todo esto?


—Entonces, con el tiempo, te lo revelar茅 todo. Los ritos, las alianzas, los peligros. Pero esta noche, es solo tuya y m铆a.


Armand la levant贸 en brazos sin esfuerzo. La llev贸 hasta su dormitorio. Solt贸 su melena, que llevaba recogida, y la desvisti贸 lentamente. Cada prenda ca铆a al suelo, dejando su cuerpo al desnudo. Elisa respiraba entrecortadamente, su piel erizada antes de ser tocada. La gir贸 quedando de espaldas a 茅l. Sus labios comenzaron a besar su cuello, mientras sus manos firmes acariciaban su cuerpo, rodeando sus pechos, posando sus dedos en sus pezones, bajando suavemente por su vientre, buscando la humedad de su sexo. Sus labios eran puro fuego sobre su cuello. Elisa estaba deseosa. Gem铆a con cada caricia.


La gir贸 nuevamente, sus miradas se cruzaron, Elisa volvi贸 a ver esa mirada dorada llena de ansia y deseo. Armand la recost贸 sobre la cama. Se arrodill贸 frente a ella, adorando cada cent铆metro de su cuerpo. Sus labios se posaron en su vientre, descendiendo con lentitud hasta su sexo, que ya palpitaba. La lengua de Armand fue firme, delicada pero devastadora. La lam铆a con una maestr铆a inhumana, sintiendo cada estremecimiento, cada gemido que arrancaba de sus labios.


Elisa se retorc铆a sobre las s谩banas, sus dedos enredados en el cabello oscuro de 茅l, sus caderas buscando m谩s. 脡l la sostuvo con fuerza, marcando el ritmo, llev谩ndola al borde y retrocediendo, controlando su placer. Y cuando Elisa grit贸 su nombre, 茅l subi贸 por su cuerpo. Se desnud贸 frente a ella, dejando ver su cuerpo firme, perfecto. Sus ojos dorados brillaban en la penumbra. Elisa le rode贸 la cintura con las piernas, y 茅l se desliz贸 dentro de ella con una lentitud insoportable, llen谩ndola por completo. Gimi贸 de puro 茅xtasis. 


El ritmo fue lento al principio. Profundo. Luego fue acelerando, llev谩ndolos a ese lugar donde no hay pensamiento, solo calor y v茅rtigo.


Elisa sent铆a que se deshac铆a bajo 茅l. Entonces, Armand se inclin贸 sobre su cuello, sus colmillos apenas visibles bajo la sonrisa. Con voz grave, le pidi贸 permiso.


—¿Puedo? —susurr贸.


—S铆... respondi贸 ella sin dudar, con los ojos cerrados.


Y en pleno cl铆max de placer, cuando su cuerpo se arque贸 buscando el cielo entre gemidos, sinti贸 la mordida.


No fue dolor. Fue un estallido de sensaciones. Una corriente c谩lida y el茅ctrica, que la atraves贸 desde el cuello hasta el alma. Su orgasmo se convirti贸 en algo m谩s: una rendici贸n completa, un viaje m谩s all谩 del cuerpo.


Armand la abraz贸 fuerte mientras beb铆a apenas unos sorbos de su sangre. Lo justo. Lo necesario. Lo 铆ntimo. Cuando se separ贸, lami贸 la herida con ternura, sell谩ndola con un beso.


Entonces se inclin贸 a su o铆do, su voz era un eco lleno de deseo:


—Ahora s铆 eres solamente m铆a.


La noche los envolvi贸 una vez m谩s. Pero esta vez, Elisa no era la misma. Hab铆a sido marcada. No solo en cuerpo, sino en alma. Y aunque no lo sab铆a del todo... lo peor no era lo que ven铆a. Lo peor era lo que deseaba.

2 comentarios:

  1. Inicias con una frase sugestiva y terminas con otra que lo es m谩s y deja tendido un puente para lo que vendr谩. Amand se revela como un Vampiro Dominante, la marca, se帽al de posesi贸n. Otro buen relato Mari.

    Besos dulces del Caballero y dulce mes.

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    1. Gracias Dulce caballero vampiro, jaja馃槈
      Poco a poco Armand y Elisa van a m谩s, a ver por donde sigo. Bueno lo siguiente est谩 claro que tiene que ser una sesi贸n Dom.
      Besos Dulce caballero馃尮

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