Oscura Tentación: Capitulo 6

 🩸El despertar

"Elisa renace en una nueva realidad, donde placer y dolor se entrelazan. Armand la guía en un viaje, donde su cuerpo y su corazón aprenden a latir de una manera diferente".

La oscuridad la envolvía, espesa y cálida.
Elisa sintió que algo se agitaba dentro de ella: un fuego antiguo, una energía que quemaba sus venas y la hacía temblar. La sangre de Armand corría por su cuerpo, desplazando la suya, reclamando cada célula.



Abrió los ojos. Todo era distinto.
El aire tenía sabor, la luz de la luna parecía respirar, el murmullo del bosque era un idioma que comprendía sin haberlo aprendido.
Podía oír el susurro de las hojas, el lejano pulso de un corazón humano en el valle, el sonido del viento deslizándose entre las ramas. Su piel ardía, su pecho subía y bajaba con una intensidad que rozaba el éxtasis.


El dolor, sin embargo, no la abandonaba.
Era un fuego que la descomponía y la rehacía al mismo tiempo.
Armand la sostenía entre sus brazos, mirándola con ternura y orgullo.
—Déjalo fluir, mi amor —susurró junto a su oído—. No luches contra la oscuridad… abrázala.


Sus manos recorrieron su espalda desnuda, calmando los espasmos que la sacudían. Elisa se aferró a su cuello, gimiendo entre dientes. El dolor se convirtió en placer, y el placer en un abismo del que no quería escapar.


Armand la miró a los ojos. Sus iris dorados parecían encenderse.
—Aún falta el último paso —dijo con voz grave.
Se apartó unos centímetros y se mordió la muñeca, dejando que la sangre brotara lenta, espesa, con un brillo oscuro.
—Bebe, Eternal. Acaba el tránsito.


Elisa llevó los labios a su piel. La sangre tenía un sabor antiguo, como vino y noche mezclados.
Cuando la bebió, su cuerpo se arqueó con fuerza. Una ola de placer puro la recorrió de pies a cabeza. El fuego se transformó en poder, en vida nueva.


Armand la besó. Sus lenguas se encontraron, y en ese contacto se desató algo salvaje.
La empujó suavemente contra el suelo de piedra, y sus cuerpos se buscaron como si el deseo fuera una extensión del alma.
Elisa sintió cada roce multiplicado por mil. Su piel nueva respondía con una sensibilidad imposible.
El placer era distinto, más profundo, como si cada gemido tuviera eco en su mente.


Armand la poseyó despacio, con reverencia.
Cada embestida era una promesa, un juramento eterno.
Sus colmillos rozaron su cuello, pero no la mordió; ya no había sangre que reclamar, solo placer que compartir.
Elisa lo abrazó con fuerza, hundiendo las uñas en su espalda, sintiendo cómo la energía que los unía los hacía vibrar al unísono.


El clímax los envolvió como una llamarada silenciosa.
Cuando todo terminó, quedaron entrelazados, respirando el aire denso de la montaña, el cielo salpicado de estrellas observándolos en silencio.


Armand acarició su mejilla.
—Ahora lo entiendes —susurró—. Este es tu verdadero despertar.
Elisa sonrió, sus labios aún temblaban, sus ojos eran dos lunas encendidas.
—Lo siento dentro… late diferente. Ya no temo a la oscuridad.


Armand la observó con una mezcla de orgullo y devoción.
—A partir de hoy no solo eres mi Eternal…
Tomó su mano, la besó, y su voz adoptó un tono solemne.
—Serás mi reina. Juntos gobernaremos nuestro Clan, bajo la luna y la sangre.


Elisa lo miró en silencio. No era la misma mujer que había llegado al Club Demons, ni la que dudó ante el umbral de la eternidad.
Era fuego, era sombra… y su destino estaba sellado.


“Y así, en la quietud de la noche, Elisa comprendió que la oscuridad no la había consumido… la había liberado. Había renacido una Reina, una igual. Un pacto que ni el tiempo podría quebrar.”


~Fin~